Realidades ópticas: una reseña

por Josué Cabrera Serrano*

Este libro reúne dos poemas que tratan de entender la creación del mundo. En los libros escogidos de De la naturaleza de las cosas, de Lucrecio, se busca entender cómo el mundo y la humanidad surgieron, desde una perspectiva amplia e histórica. Por su lado, Adán, de Vicente Huidobro, busca ubicar al hombre en medio de un mundo y una naturaleza nacientes. Mientras que los versos de Lucrecio van desenredando la maraña de la confusión primigenia poco a poco, en el poema de Huidobro la palabra contundente y original parte las aguas entre el hombre y lo que lo rodea; ella distingue al hombre de la naturaleza en la que nació.

Al leer el poema de Huidobro recuerdo las palabras de “La Creciente”, sostenidas por la fuerza de la garganta de Rafael Orozco: “ya se hizo la luz en mi pensamiento / como sombras de luces declinadas”. Adán abre los ojos y el mundo casi no cabe en ellos. La luz que irradia este mundo es dramática, impacta mucho más por las sombras con las que se contrasta y que va consumiendo a medida que crece.

En los versos del chileno, el mundo se lanza a la existencia en un salto absoluto. En cuanto al texto de Lucrecio, el mundo va llegando paulatinamente al ojo que lo observa. La imagen de esta realidad naciente es como los trozos quebrados de luz que pasan entre las hojas del yarumo cuando uno pasa debajo de él en un día soleado: el ojo tiene tiempo de acostumbrarse a la luz. El ritmo con el que Lucrecio va explicando el cómo y el porqué del mundo y sus partes no hace que las cosas tengan sentido, sino que les permite llegar a su sentido a su propio tiempo. Es como si el entendimiento se pudiera despertar haciendo pereza, enredándose con él mismo mientras va adquiriendo conciencia de lo que lo rodea.

Una parte de mí imagina a Lucrecio sentado frente a las piedras durante horas, tratando de sacarles alguna palabra a punta de miradas inquisitivas e intensas. Mientras tanto, veo a Huidobro como alguien que intenta poseer el mundo al nombrarlo. El chileno cree que el mundo puede ser tuyo cuando lo nombras con tu boca, así sea sólo por ese momento en el que lo nombras.

En el texto del poeta romano, las imágenes “hieren” y “lamen” a los ojos. Esta personificación que parecería sólo una pirueta retórica da fe de una visión de mundo donde los fenómenos científicos todavía no están totalmente despersonificados. La realidad y la naturaleza pueden seguir habitadas por ánimos y humores. La sombra no es la negación de la luz, es “un aire que de toda luz carece” (Libro IV, vv. 504-505). Esta manera de leer el mundo reconoce el mito, pero busca otra manera de entender sus fenómenos. Por su parte, la relación de Huidobro con el mito es el de la apropiación. Huidobro no va a hablar de Adán, va a hablar de Su Adán.

*Josué Cabrera Serrano: lee, escribe y trabaja con libros, en Bogotá. Estudió un pregrado en literatura buscando respuestas y solo logró afinar preguntas. Ha colaborado con varias iniciativas autogestionadas, relacionadas con autoedición y distribución editorial cooperativa y comunitaria. Reseña libros con frecuencia caprichosa en Instagram: @josuenotieneig.

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