Desde hace tiempo se habla de la poesía y de lo poético como un estadio aparte del lenguaje y de la realidad. También, con frecuencia, se le relaciona con lo secreto, con el secreto develado y, sobre todo, con la belleza. Pero para hablar de Poesía, película de Lee Chang-dong, y Adán, poemario de Vicente Huidobro, consideremos de dónde viene la palabra: del griego poiesis, que significa creación, acción, composición, acto de crear.
En su poética, Huidobro desarrolla esa acepción: la palabra crea, «El poeta es un pequeño Dios». Pero, ¿qué es la poesía en Poesía? La película inicia con la secuencia de un paisaje, donde unos niños ven en el río el cadáver de una joven. Sobre este cuerpo que flota aparece el título. La película consistirá en descubrir qué es, en dónde está y qué trae consigo la poesía, cuando Mija, la protagonista, decide escribir un poema.
Mija es una señora de 66 años que por casualidad se inscribe a un taller de poesía. Durante la primera clase, quien dirige el curso habla de la potencia de crear: «Papel en blanco: un mundo de potencial puro, un mundo antes de la creación, ese es el momento perfecto para el poeta». En las dos obras, antes de que la poesía sea acto de crear o creación, es un ejercicio de observación: «iba adquiriendo formas su cerebro, / a medida que observaba el universo». Sin embargo, el deseo de Mija de escribir coincide con dos sucesos: está olvidando palabras, indicio de que tiene Alzheimer, y su nieto cometió un crimen. A la luz de estas noticias, inicia el camino de escribir un poema, de inventarse un mundo.
Tanto en el poemario como en la película, la poesía es ver con ojos nuevos para comprender. Así lo cita Huidobro, en su prólogo: «El poeta es el único sabio verdadero; solo él nos habla de cosas nuevas, pues solo él estuvo presente a las manifestaciones íntimas de las cosas que describe». Este interés en lo íntimo, en lo real, es lo que en el taller le piden tener a Mija: «Para saber lo que es una manzana, para interesarse por ella, para comprenderla, para conversar con ella, hay que verla. […] Mirándola, tocándola, mordiéndola, imaginando la luz del sol en su interior, eso es verla». Ella sigue todos los consejos literalmente.
Así, la poesía está en todo. Las cosas hablan y se manifiestan para quien despierta ante ellas. Para Adán, primer hombre consciente y por lo tanto primer poeta, todo se presenta revelado, mientras que Mija está en la búsqueda. Sin embargo, este develarse, este ver con nuevos ojos, no es siempre un ejercicio feliz o bello. Por un lado, en Adán, el dolor y la tristeza hacen parte del paisaje:
«Y vio bajo sus plantas
que en una lenta agonía
poco a poco la vida se iba
de las llanuras solitarias,
y sintió que algo también moría
dulce e inefablemente en su alma.
Y con sus ojos nuevos sin nada de profundo
acaso Adán vio el rodar de los siglos futuros,
y adivinó toda la tristeza de sus hijos
y presintió todo el dolor del mundo».
Por otro lado, durante la película, vemos cómo en su búsqueda de lo poético Mija se acerca a lo que evitaba y esperaba al mismo tiempo: afrontar lo que hizo su nieto. A la vez que observa flores y pájaros, visita los lugares relacionados con la primera escena de la película: Agnes muerta en el río. Es en medio del encuentro con esa realidad que había dejado de lado, que pasa de solo observar a sentir, y encuentra poesía, y le es dado crear.
Vuelvo al significado de la palabra poesía para agregar otro: acto de sanar. Además de creación, la poesía trae consigo sanación. En su hoja de apuntes, Mija escribe: «El melocotón se lanza al suelo. Es aplastado y pisoteado para iniciar una vida nueva». Con este metáfora de su vida —y de su muerte— se intuye el final, y Mija se acerca a su poema. De manera que encuentra las palabras y la respuesta, y justo antes de que oscurezca, de que su enfermedad le apague las palabras, Mija es toda luz, como el sol del Himno del sol de Huidobro:
«Yo haré alegres las aguas
y haré que los árboles se estiren
para sorber mi leche transparente y clara…
Yo envolveré en salud todo lo triste».
Aquí la luz que es el poema que escribe la protagonista:
Canción de Agnes
¿Cómo es allí?
¿Cómo de solitario?
¿Brilla rojo el atardecer?
¿Cantan los pájaros como cantan en el bosque?
¿Puede llegarte la carta que no me atreví a enviarte?
¿Puedo hacerte llegar la confesión que no me atreví a hacer?
¿Pasará el tiempo y se marchitarán las rosas?
¿Es tiempo ahora de decir adiós?
Como el viento que perdura y después se va,
como las sombras.
Por las promesas que no llegaron
por el amor sellado hasta el final
por la hierba que besa mis tobillos cansados
y por los pasos menudos que me siguen
es hora de decir adiós.
Ahora, cuando cae la oscuridad
¿se encenderá de nuevo una vela?
Aquí rezo
nadie debería llorar…
y para que sepas
qué profundamente te amé.
La larga espera en medio de un cálido día de verano.
Una vieja senda parecida al rostro de mi padre.
Incluso la solitaria flor salvaje apartando la vista con timidez.
Qué profundamente te amé.
Cómo se agitaba mi corazón al escuchar tu vaga canción.
Te bendigo
antes de cruzar el río negro
con el último aliento de mi alma.
Estoy empezando a soñar
una brillante mañana soleada.
Me despierto de nuevo cegada por la luz
y te encuentro
apoyándome.
Redacción: Ana María Jaimes, de Enredadera.
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